“[…] Kafka es un humorista religioso, porque ve y describe inconmensurable lo incognoscible y lo que no puede ser juzgado por la capacidad humana. Esto no lo hace mediante la exaltación grandilocuente, el lado excelso o sobrecogedor; sino que lo despliega como una burocracia, como un montaje de legajos e instancias mezquinas, tan inaccesibles como imprevistas a través de una jerarquía de funcionarios opacos y de ambigua responsabilidad […] de modo satírico, pues, pero a la vez con la más sincera sumisión, con esas o misión del creyente lucha contra todos ellos de manera incesante, después de realizar introducir por azar en el incompresible reino de la gracia. «
Thomas Mann
“Existe un punto de llegada pero ningún camino hacia aquello que llamamos camino y no es más que nuestra indecisión. Los leopardos irrumpen en el templo y vacían a tragos las ánforas del sacrificio.
Es algo que no se repite continuamente hasta que se puede preverlo con certeza, entonces se convierte en parte de la ceremonia. «
F. Kafka, «Consideraciones acerca del pecado, el dolor, la esperanza y el verdadero camino».
Frank Kafka fue un desarraigado. Gracias a ello, desarrolló una personalidad autosuficiente.
Nació en Josefov, (también conocido como barrio Judío, en alemán: Josefstadt). Es un barrio y el área catastral más pequeña de Prag, hijo de vendedor ambulante y heredero del desarraigo social. Aún habiendo sido injertado en la clase alta, jamás dejó atrás su infancia en el gueto judío. Persistiendo en él, como carácter intrínseco, los modales broncos de sus descendientes.

El Proceso
Tanto en El Castillo como en El Proceso y otros cuentos, los personajes principales se ocultan tras un apellido reducido a una inicial. Es posible que con esto, Kafka hiciera referencia a su propio apellido. no obstante, solía emplear este tipo de lesiones en su anotaciones en diarios, y según sus manifestaciones, “porque escribir nombres me causa mucha confusión”. Esta relación problemática se extendía su propio nombre, que evitaba escribir cada vez que podía. Su firma era FK. En sus diarios escribe: «consideró la K horrible, me repugna y aún así le escribo, debe ser característica de mí mismo.»
Con respecto al nombre <Josef>, es muy probable que hiciera referencia al emperador Francisco José I. Es evidente que el carácter simbólico “del nombre” en su obra.
En la novela El Proceso, Kafka describe la situación jurídica política del momento, comenzó a escribirla el 11 de agosto de 1914, en plena gestación de La Primera Guerra Mundial. Las referencias al `Estado de Derecho`y al vigor de las leyes es interesante, ya que designa un régimen que se somete al derecho en su forma de actualización. Un manto de normalidad cubre la sociedad en la que se desenvuelve Josef K, no hay ninguna perturbación del orden político, -tampoco un estado de alarma, excepción o sitio- que pudiera justificar la existencia de tribunales de excepción.
La acción de la novela transcurre en el periodo exacto de un año. En la elección de la edad y otras circunstancias temporales se dan motivos autobiográficos, y en concreto, se reflejan hechos relacionados con su relación con Felice Bauer.
Kafka y El Proceso como manifestación patente:
* Visionario: previo el camino por donde discurría el hombre y el mundo.
* Crisis de sentido a dos escalas: tanto a escala individual como a escala social
* Crítica al entramado judicial: que conduce a la salvación, (angustia).
* Opresión: individuo oprimido bajo el Estado burocrático.
Jean-Paul Sartre: “Kafka nos muestra la vida del ser humano perpetuamente trastornada por una trascendencia imposible y esto sucede porque él cree que existe dicha trascendencia. Su universo es a la par, fantástico y rigurosamente verdadero ”.
Otro de los caracteres peculiares en Kafka, la esencia poética de su prosa: “Kafka no tiene nada que decirnos como filósofo o como teólogo. Él nos habla siempre desde un estado de poeta ”. Herman Hesse.
En la novela surge la asociación de dos hechos aislados, de dos ideas que la unirse producen algo nuevo. Kafka anticipa.
La condena de Josef K es a causa de la pesadilla burocrática. Desde sus páginas se profetiza la sombra que habría de cubrir, años después de su muerte, el cielo de Europa.
La obra es el sentimiento de un proceso de desintegración en camino de un marco histórico preciso: intuía la deportación de los hebreos dictado de Hitler.
El aparato judicial que Kafka describen El Proceso se caracteriza por tres rasgos fundamentales:
1-El gran poder que poseen los solitarios funcionarios.
2-La autoridad gobernante es anónima, impersonal y rígida.
3-La ley no existe, en el caso de existir, no es posible ser conocida por él.
El laberinto procesal que Kafka levanta en torno a K, esconde la preocupación metafísica del autor en la búsqueda de la salvación del hombre, dejando al descubierto la crisis de sentido que invade la sociedad moderna, cuando la religión es secularizada por la razón.
El humor como elemento intrínseco de la narrativa kafkiana.
Más allá de que a su obra no se la puede calificar de humorística, es pertinente destacar cierta filiación entre un tipo de humorismo y un tipo de economía con el lenguaje, que tiene como principal virtud el más por menos.
Algunos breves cuentos dan cuenta de un tipo de humorismo que estaría lejos de identificarse con una risa superficial; en el estilo punzante irónico se amasa una forma particular de humor reflexivo y triste, cercano a una risa amarga,(asociada al humor melancólico). Humorismo en parentalidad con un ingrediente que el autor decidió usar para presentar algunos temas, asuntos o motivos determinados. A la vez que infunde vida la obra literaria, ya que la libera de la concepción reduccionista que la relaciona únicamente con lo serio. Ninguna literatura sobrevive sin humor.
Una liberación del Yo narrativo el beneficio del Yo autor.
En El Proceso, Kafka pudo deshacerse, por fin, de la figura paterna, (objetivamente
considerada), pero no de su ley. Y tal como en La condena, el hijo se suicida porque así lo había determinado la ley del padre. En El Proceso es el propio acusado Josef K. quien acabará conduciendo a sus verdugos al lugar donde será asesinado y
quien, en los últimos instantes, cuando la sombra de la muerte se aproxima,
todavía tendrá tiempo para pensar, como un último remordimiento, que no supo desempeñar su papel hasta el fin, que no conseguirlo. Ahorra el trabajo a las autoridades… Es decir, al Padre.
José Saramago en su prólogo de la novela: “Dos ideas -mejor dicho, dos obsesiones- rigen la obra de Franz Kafka. La
subordinación es la primera de las dos; el infinito, la segunda. En casi todas sus ficciones hay jerarquías y esas jerarquías son infinitas.” Y unas líneas después: “El motivo de la infinita postergación rige también sus cuentos”
Existe la incertidumbre respecto de que “No solo no podamos permanecer constantemente en el paraíso, sino que de hecho estemos allí permanentemente, sin
que importe que aquí lo sepamos o no.” Kafka
La paradoja de las simultáneas permanencia y expulsión, absolución y condena, parece ser el peso que agobia a los poderosos tanto como a los oprimidos. A los primeros porque ven en ella la precariedad de su poder; a los segundos, porque por ella descubren, como Josef K., que sólo si se asumen como acusados habrá de proceder el juicio. Y es la culpa la que lleva al acusado a la asunción del proceso, al hijo, a la asunción de la condena paterna; en última instancia, al hombre, a la asunción de la expulsión del paraíso. ¿La culpa de qué? De reclamar por la injusticia de que haya sido utilizado para que
el error se cometa. ¿Cuál error? El de asumirse
definitivamente culpable o definitivamente expulsado, por no ser capaz de resolver el enigma de estar dentro y fuera a la vez: “El tribunal no quiere nada de ti. Te recibe cuando vienes y te
despide cuando te vas”, Josef K. recibe esta clave de boca del capellán de la prisión, en la oscuridad de la catedral. Es decir, el hombre es un acusado libre, y eso es algo que no alcanza a resolver. El tercer aforismo de los cuadernos en octavo lo expresa en estos términos:
“Hay dos pecados capitales humanos de los que se derivan todos los otros: impaciencia y desidia. A causa de la impaciencia han sido expulsados del paraíso, a causa de la desidia no vuelven a él. Pero quizás haya sólo un Pecado Capital: la impaciencia. A causa de la impaciencia han sido expulsados, a causa de la impaciencia no vuelven.”
Quizá la más extrema de estas situaciones sea la del Cazador Gracchus, “el cadáver viviente que navega a la deriva en la barca de la
muerte por los mares terrenales sin poder trascender al “más allá”: Siempre permanezco en la gran escalera que conduce allí (…) En esa infinita escalinata no ceso de buscar, ya sea hacia arriba o hacia abajo, hacia la derecha o
hacia la izquierda, siempre en movimiento. Pero si tomo un gran impulso y ya me ilumina la puerta allá arriba, despierto en mi barca, en cualquier páramo de aguas estancadas.”
El pecado original, la vieja injusticia que el hombre ha cometido, consiste en el
reproche que el hombre hace, y al cual no renuncia, de que él ha sufrido una injusticia, de que con él se cometió el pecado original:
“¿Quién es el acusado de esta culpa hereditaria (…) si no el padre por parte del hijo?”, pregunta y afirma Benjamin-; “(y tanto la respuesta como la confirmación remontan hasta la era del pecado original que se repite y renueva en cada relación padre e hijo, funcionario y
ciudadano, tribunal y acusado; relación que lleva irremediablemente a la condena, así se desconozca la ley que se ha transgredido, por no estar escrita)” -Walter Benjamin-

La cabeza de Franz Kafka, también conocida como la estatua de Kafka, es una escultura al aire libre de David Černý que representa al escritor bohemio de lengua alemana Franz Kafka, instalada fuera del centro comercial Quadrio en Praga, República Checa. La escultura cinética tiene 11 metros de altura y está formada por 42 paneles giratorios. Artista: David Černý Inauguración: 2014 Tema: Franz Kafka Ubicación: Praga, Chequia.