Influenciado por Van Gogh, Gauguin o Manet, Munch, el precursor del expresionismo en el arte moderno, pintó este óleo bautizado como “El grito” que forma parte de cuatro cuadros o versiones. Esta, la más famosa, de 1893, se encuentra en la Galería Nacional de Noruega. En ella aparece una figura andrógina en primer plano, símbolo de una profunda angustia y desesperación existencial; el fondo del cuadro representa Oslo, la capital de Noruega, vista desde la colina de Ekeberg. El grito se considera un icono cultural como la Gioconda de Da Vinci.

«Sintió un alarido largo que surgía del fondo de la tierra y lo traspasaba desde los pies hasta la boca pero no lograba salir de sus labios. El grito no invadió por dentro lo ocupó enteramente y estalló dentro de su cabeza en una silenciosa explosión».
(Consideré esta expresión era para describir un cuadro de Munch)