Queda aún entre nosotros la sombra de la idea según la cual el fracaso ennoblece.
En todo caso, mirando a ciertas personas que triunfan, cualquiera siente un poco de
ganas de fracasar, siquiera para no parecerse a esa morralla.
Nos queda también la sublime piedad que nos inspiran los fracasados. Mis lágrimas más sinceras han sido convocadas por viejos violinistas, vendedores de poesías y recitadores que reciben la burla de los pajarones.
Una última reflexión de alguien que ha jugado mucho. Quizá en la carpeta celeste, el que gana pierde y el que pierde, gana.

Y que haya también en los fracasados pequeños éxitos, que la vida no sea ni muy muy ni tan tan… 🙂
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Es una reflexión de connotación exagerada. Claro que sí: yo pienso que para ganar o empatar: prefiero sonreír. (Dijo Papo) un afecto, camarada.
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[…] UNA REFLEXIÓN… — De la polemàtica (*ruiseñor* blanco de riesgo) […]
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