Calle única

Calle pública, calle absurda, calle linda, calle para soñar, para perderse, para ir de allí a todos los éxitos y a todos fracasos; calle de la alegría, calle que las vuelve más gauchas y compadritas a las mujeres. Calle donde los sastres le dan consejos a los autores y donde los polizontes contrafernizan con los turros; calle de olvido, de locura, de milonga, de amor. Calle de las rusas, de las francesas, de las criollas, que dejaron demasiado pronto el hogar para ir a correr la juerga tras un malevito. Calle que recuerdan los presos en el cuadro quinto; calle que al amanecer se azulea y obscurece, porque su vida sólo es posible al resplandecer artificial de los azules de metileno, de los verdes del sulfato de cobre y los amarillos de ácido pícrico que le inyectan una locura de pirotecnia y celos.

Aguafuertes Porteñas, Roberto Arlt.