FRIEDERICH NIETZSCHE: EL VIVIR

«La vida no es un argumento: entre las condiciones de la vida podría figurar el error. El secreto para seguir una existencia fecunda y feliz está en vivir peligrosamente. ¡Seamos poetas de nuestra vida, especialmente en detalles pequeños y sin importancia! De la enfermedad grave, tal como de la enfermedad de la sospecha importante, se re- gresa rehecho. Hay una nueva piel, más delicada y maliciosa. Un gusto más adecuado para la percepción de la alegría, un mejor paladar para las cosas buenas. Los sentidos sienten más placer. Hay una nueva conciencia, pero más peligrosa en el goce. Tal vez más ingenua e infinitamente más refinada que antes. Para nosotros, actualmente es cuestión de decencia no ver todo en desnudez, evitar presenciar cada operación, no desear comprender y saber todo… Cuando se manifiesta asco por la existencia, en realidad se manifiestan efectos posteriores a una transgresión dietética por parte de un gran pueblo. Al vivir nos arriesgamos, somos como de cristal. Si chocamos o caemos, todo habrá terminado. No se puede considerar todo en profundidad; esto hace que debamos esforzar constantemente la vista y nos lleva a encontrar más de lo que deseábamos. Uno es verdaderamente libre cuando deja de sentir vergüenza de sí mismo. Tal vez hasta ahora habías creído en el valor de la vida. Hoy te desengañaste, pero, ¿es necesario salir de ella a cualquier precio?

La persona burlada suele aferrarse al despecho y por consiguiente abraza la realidad más repugnante. Considerando el mundo en su totalidad, a la realidad se le presentaron siempre los mejores aspirantes, y estos son los burlados por más tiempo. Nos encontramos dentro de una prisión; lo único que podemos hacer es creer que es- tamos libres. Tal vez el encanto más fuerte de la vida sea estar cubierta por un velo de hilos de oro, con bellas posibilidades con aspecto prometedor, recatado, mordaz, misericordioso, seductor. ¡La vida es mujer! Los artistas están continuamente transfigurando -no hacen otra cosa- aquellas situaciones y cosas que, en concreto, se considera que proporcionan al hombre el medio de sentirse bueno o grande, ebrio o feliz, o sano y sabio. El artista sólo cuenta con una fuerza limitada. De emplearla sobre su propia persona, no podría usarla para favorecer su obra. Lo mismo ocurre a la inversa. Al estudiar las artes primitivas y por consiguiente cuál fue el germen de lo primitivo, se observa que en las hordas el placer estaba en comprender el mensaje del otro. Por eso el arte es una especie de adivinanza y el que encuentra la solución siente el gusto de ver que su espíritu tiene velocidad y refinamiento.»

Pinturas de Nietzsche y el vacío existencial.


El filósofo alemán sirvió de inspiración a diversos artistas que plasmaron su enigmática figura en sus lienzos.

«Nadie de los que estamos aquí tenemos vida. Crees leer esto, pero no es así. Sólo simulas hacerlo de manera inocente. Estás muerto en realidad, dentro de ti hay un vacío que toda tu vida has cargado sin darte cuenta. Caminas sin un sentido, hablas sin pensar lo que dices, respiras como un acto reflejo, pero todo eso no te da vida por más que pienses lo contrario.»
El último hombre sobre la faz de la tierra murió el 25 de agosto de 1900.

Se llamaba Friedrich Wilhelm Nietzsche, nació en Röcken, Alemania y con su fallecimiento se llevó a la humanidad entera a la tumba. El pensador fue el único hombre capaz de comprender la tragedia de la vida y el sentido de lo que implica andar en este mundo. La humanidad vivió gracias a él en sus páginas, sus letras y sus ideas. Con la agonía de Nietzsche comenzó la de cada hombre y mujer que también enfermaba y era llevado a la locura. Con la muerte del también músico y poeta todo se extinguió. Después del día en que Nietzsche partió hacia la cueva del filósofo Zaratustra para vivir en ella por toda la eternidad, lo demás han sido meros despojos a comparación de la estrella que entendió la tragedia y la oscuridad de ese universo llamado humanidad.

Stefan Zweig, escritor judío-austríaco, en su libro La lucha contra el demonio, realizó un retrato escrito del filósofo durante los años que pasó vagando por diversas regiones de Europa. Algunos fragmentos son recogidos aquí: «Cuánto más absoluta es la soledad de Nietzsche que la de la pintoresca meseta de Sils Maria, visitada ahora por los turistas, entre su lunch y su diner: la soledad de Nietzsche es de toda su vida, de todo su mundo».

No fue el único que hizo un retrato de la vida del filósofo. Otros, por medio de la pintura, también plasmaron la personalidad de quien fue el último hombre sobre la faz de la tierra, aquél que realmente entendía qué era vivir y cómo se debía preparar el alma para morir y gozar del éxtasis de la eternidad:


Uno de los retratos más famosos del filósofo fue éste, ejecutado por el pintor noruego Edvard Munch. Nietzsche se pregunta de qué va la vida y cuál es el sentido de levantarse todos los días y perseguir unos ideales llenos de contradicciones y tristezas. Zweig pareciera que vio esta pintura y que lo animó a escribir: «Durante quince años, Nietzsche sale y vuelve a caer en el ataúd de su habitación, va de muerte en muerte, de dolor en dolor, de resurrección en resurrección, hasta que todas las energías de su cerebro estallan por fin y le destrozan».

Hans Johann Wilhelm Olde realizó este retrato donde se muestra a un Nietzsche débil, enfermo y pensativo sumido en reflexiones acerca de los tópicos que siempre le obsesionaron: la muerte, Dios, el sentido de la vida, la tragedia de la verdad y la mentira. El filósofo escribió: «Hay un sólo mundo, y es falso, cruel, contradictorio, corrupto, sin sentido… Un mundo hecho de esta forma es el verdadero mundo… Tenemos necesidad de la mentira para vencer a esta ‘verdad’, es decir para vivir…»

Sin embargo, el poeta tenía episodios en los que no era tan oscuro o melancólico como muchos pudieran pensar, como lo muestra el pintor Renee Jorgensen Bolinger en esta obra que imita el estilo del artista Paul Klee. La alegría para Nietzsche no era una utopía sino un resultado de haber entendido lo que era la vida. Escribió para mostrar que la luz era también una parte suya: «Y también a mí, que soy bueno con la vida, paréceme que quienes más saben de felicidad son las mariposas y las burbujas de jabón, y todo lo que entre los hombres es de su misma especie. Ver revolotear esas almitas ligeras, locas, encantadoras, volubles, eso hace llorar y cantar a Zaratustra. Yo no creería más que en un dios que supiese bailar».


El pintor italiano Alessandro Lonati da una visión de un Nietzsche fuerte, joven, en pleno dominio de su mente y físico. Para el filósofo era virtud esencial del ser humano encontrar un virtud y aferrarse a ella para que la vida tuviera un auténtico sentido y una razón de ser. Escribió lo anterior de esta manera: «Hermano mío, si eres afortunado tienes una sola virtud, y nada más que una. Así atraviesas con mayor ligereza el puente».

Con una cruz en la frente haciendo evidente su postura anticristiana, Nietzsche se muestra en este retrato del artista digital Laesir con una forma oscura y amenazadora. Para el filósofo, la vida era una guerra contra uno mismo, una batalla en contra de los deseos que intentaban destruir el alma. se refería a lo anterior de esta manera: «Debéis buscar siempre un enemigo, vuestro enemigo. Debéis hacer vuestra guerra, y hacerla por vuestros pensamientos. ¡Y si vuestro pensamiento sucumbe, vuestra honestidad debe cantar victoria a causa de ello.


Karl Bauer hace un retrato en sepia del filósofo en plena acción creadora. El último hombre vivo sobre la faz de la tierra legó una obra de amor a la humanidad al desentrañar sus miedos y más nefastos defectos existenciales. También le dio un importante consejo para la posteridad, acaso la receta máxima para la felicidad que pocos se atreven a hacer caso: «Es preciso saberse amar a sí mismo, con amor sano y saludable, para saber soportarse a sí mismo y no vagabundear».


Al más puro estilo del pop art, Jules Julien nos ofrece una colorida obra del poeta donde su rostro se contempla en dos posiciones o dimensiones encontradas, una muestra clara de aquel enfrentamiento que Nietzsche ejerció contra sí mismo para desentrañar sus ideas interiores. Luz contra sombra en una batalla que todo ser humano debe librar a diario consigo mismo en completa soledad, sin la ayuda de alma alguna. Es nuestra condena por el simple hecho de haber venido al mundo. Nietzsche lo dijo con las siguientes palabras: «¿Tenéis valor? No el valor ante los testigos, sino el valor de los solitarios, el valor de las águilas que no tienen ningún dios espectador».


João Teixeira retrata la enfermedad del filósofo, quien pasó sus últimos años bajo los cuidados de su madre mientras se iba sumiendo cada vez más en una absoluta decadencia. La pintura está basada en una de las fotografías más célebres que le hicieron a Nietzsche, un testimonio de la soledad en la que estaba sumido pese a la compañía de su madre y hermana. Su vida podría resumirse con la siguiente frase: «Lo que se hace por amor, se hace también más allá del bien y del mal».