LA FIGURA DE OCTAVIO PAZ

Octavio Paz (1914-1998) ocupa un lugar privilegiado entre los fundadores de la poesía hispanoamericana. La recepción del Gran Premio Internacional de Poesía (1963), el Premio Cervantes (1981) y el Premio Nobel (1990) suponen un reconocimiento y a su vez un modelo para las generaciones posteriores. El mismo apoyará a los nuevos poetas prologando la antologia Poesía en movimiento.

Su trayectoria lírica se puede resumir en tres fases: búsqueda e indagación, encuentro y plenitud y, finalmente, regreso y revisión del pasado que resume en el acertado título de su último poema <<Respuesta y reconciliación» (1996). En el existencialismo vivido como angustia por encontrar sus raíces, culmina esta primera búsqueda de la palabra poética (1933-1961). Libros esenciales en este momento son Salamandra y Libertad bajo palabra (integrado por obras anteriores). Los limites entre el final de esta etapa y la siguiente son discutibles, especialmente si tomamos en cuenta poemas como «<Piedra de sol» y «<Blanco», semejantes en cuanto al propósito y diferentes respecto a las conclusiones y la ejecución. Aún así, si consideramos la propia opinión de Paz, la segunda etapa estaría marcada por su viaje a la India en el que culmina el encuentro y plenitud de la palabra poética (1962-1969). Ladera Este, Hacia el comienzo, Blanco, Topoemas, El mono gramático configura este momento. Finalmente (1971-1996) su poesía avanza hacia lo nostálgico y más claramente autobiográfico (Vuelta, Pasado en claro, Árbol adentro, Poemas. 1989-1996).
La iniciación poética se nutre de sus propias lecturas en la biblioteca de su abuelo, Ireneo Paz, bien surtida de escritores franceses y españoles y de historia mexicana. Por aquel tiempo el grupo aure es Contemporáneos, en cuya revista lee a Cuesta, Villaurrutia, Pellicer, Gorostiza… y más adelante a T. S. Eliot, Paul Valéry, Ezra Pound, etc.

Con apenas diecisiete años publica sus primeros poemas en el diario El Nacional y en la revista Barandal y Cuadernos del Valle de México. Su lírica se consolida con la publicación de un cuadernillo, Luna Silvestre (1933), de tono neorromántico.
La conciencia política marca la evolución poética: al terminar en la UNAM sus estudios de Derecho se traslada a la península de Yucatán, donde crea una escuela para hijos de obreros y campesinos. En apoyo de la República española escribe «¡No pasarán!» (1936), producto de su pensamiento político y social. Acompañado de su mujer, Elena Garro, es invitado a participar en el Congreso de Escritores Antifascistas en Valencia, posiblemente a través de Rafael Alberti, a quien había conocido en una lectura poética. Al llegar a Paris, según recuerda, «me encontré en el andén con Pablo Neruda, que me esperaba […] estaba Louis Aragon. Esa misma noche me encontré al otro polo de Neruda: Vallejo». En Valencia conversa con Vicente Huidobro, Antonio Machado, Luis Cernuda, Manuel Altolaguirre, Ramón Gaya, etc. Intelectuales cuya amistad consolida en México. A su regreso pasa por París, donde Carpentier le presenta a Robert Desnos, bien su enlace con el surrealismo en este momento es superfluo. Impactado por la guerra redacta Bajo tu clara sombra y otros poemas sobre España (1937). Su actividad poética se completa con las conversaciones mantenidas con Jorge Cuesta y Xavier Villaurrutia, al tiempo que con Efraín Huerta y Rafael Solana, entre otros, funda la revista Taller (1938), previamente citada.

Su voz más personal se encuentra en la poesia erótica de los poemarios iniciales: Raíz del hombre (1937), Entre la piedra y la flor (1941) y A la orilla del mundo (1941), recopilación que inicia una de sus constantes: la continua modificación de sus libros poéticos. Esta reflexión en torno a su propia obra indica el dinamismo con que él mismo contempla su producción al eliminar algunos poemas, y reconstruir o añadir otros. En estos primeros libros inicia un erotismo telúrico, ligado a la naturaleza, al paisaje y a los que llama «<poetas solares»>, una <<vanguardia lúdica» bajo la influencia de Pellicer (Stanton 2002).

Su encuentro con Villaurrutia se percibe en el <<Nocturno»>, característico de su predecesor, así como los hermosos sonetos <<Crepúsculos de la ciudad». Una lírica que aún puede calificarse de neorromántica, pero en la que surge la imagen de vanguardia, originada en la violencia de una angustia «aire asesinado»- que se hace pre sente en su deambular («<Adiós a la casa»>, <<Se ven PM>>, <<La calle>>):

«Sombra, trémula sombra de las voces
Arrastra el río negro mármoles ahogados. ¿Cómo decir del aire asesinado, de los vocablos huérfanos, cómo decir del sueño?»

En Itinerario (1993), Paz evoca su periodo formativo: <<Avidez plural: la vida y los libros, la calle y la celda, los bares y la soledad entre la multitud de los cines. Descubríamos a la ciudad, al sexo, al alcohol, a la amistad»> y añade «<Leíamos los catecismos marxistas de Bujarin y Plejánov para, al día siguiente, hundirnos en la lectura de las páginas eléctricas de La gaya ciencia o en la prosa elefantina de La decadencia de Occidente…»

Tras recibir la beca Guggenheim (1944), es en- viado a París como diplomático (1945). Tiene la oportunidad de adherirse al surrealismo en contacto con Benjamin Péret y André Breton. Amigo de Albert Camus, desde 1939 comienza a alejarse del marxismo a causa del pacto nazi-soviético Del movimiento de vanguardia conserva su deseo de originalidad, su deseo de gravitar hacia lo contemporáneo rodeado de la polémica, atrapado por el valor del instante. Él mismo declara: <<En mi caso, el redescubrimiento de los poderes de revelación del surrealismo fueron, ya que no una respuesta a mis preguntas, sí una vía de salida>> (Itinerario).

Poema «Los amantes» Julio Cortázar

¿Quién los ve andar por la ciudad
si todos están ciegos ?
Ellos se toman de la mano: algo habla
entre sus dedos, lenguas dulces
lamen la húmeda palma, corren por las falanges,
y arriba está la noche llena de ojos.

Son los amantes, su isla flota a la deriva
hacia muertes de césped, hacia puertos
que se abren entre sábanas.
Todo se desordena a través de ellos,
todo encuentra su cifra escamoteada;
pero ellos ni siquiera saben
que mientras ruedan en su amarga arena
hay una pausa en la obra de la nada,
el tigre es un jardín que juega.

Amanece en los carros de basura,
empiezan a salir los ciegos,
el ministerio abre sus puertas.
Los amantes rendidos se miran y se tocan
una vez más antes de oler el día.


Ya están vestidos, ya se van por la calle.
Y es sólo entonces
cuando están muertos, cuando están vestidos,
que la ciudad los recupera hipócrita
y les impone los deberes cotidianos.


PARA LOS QUE NO LE TIENEN MIEDO A MIRAR AL VACÍO.

Al hablar tus palabras quiebran el tórax cóncavo de inquieta paloma. Sí, me tiembla el texto o me agrieta el pecho cuando dices: pelvis o garganta en ardiente ágora. Amapolas inexorables, vientre y fuego de los sauces. Cliché del otro extremo, tan forzado como dueño del evidente averno. Agujas de mantra tarotista Sublime negación de […]

PARA LOS QUE NO LE TIENEN MIEDO A MIRAR AL VACÍO.

CUANDO ESTEMOS VIEJOS, por el Polaco Goyeneche

Cuando estemos viejos
Y se nos achique
El paisaje en los ojos…
Y el sol del invierno
Se nos ponga flojo
Y nos cacheté
La cara el espejo


Cuando estemos viejos
Y tiemblen mis manos
Al tomar las tuyas
Y nos falte el llanto
La risa y la bulla
De estos tres diablillos
Que ya estarán lejos..


Cuando estemos viejos
Cuando estemos solos
Cuando no haya nada
Y nos duela todo
Cuando sólo exista
La casa vacía
Y anden en silencio
Tu sombra y la mía
Nos querremos tanto
Que nuestro cariño
Llenará la ausencia
De estos tres diablillos…


Cuando estemos viejos
Yo, yo te lo prometo
Compañera mía…
Serán nuestros años
Plenos de dulzura
Serán nuestras horas
Llenas de alegría
Andaremos juntos
Viejitos inquietos
Las cuatro estaciones
De un mundo de nietos
Andaremos juntos
Viejitos inquietos
Las cuatro estaciones
De un mundo de nietos
Y verás, mi vida
Que miente el espejo
Pues seremos novios…
Cuando estemos viejos…

Soneto XIII

A Dafne ya los brazos le crecían,
y en luengos ramos vueltos se mostraba;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos qu’ el oro escurecían.

De áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros, que aún bullendo ‘staban:
los blancos pies en tierra se hincaban,
y en torcidas raíces se volvían.

Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía
este árbol que con lágrimas regaba.

¡Oh miserable estado! ¡oh mal tamaño!
¡Que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón porque lloraba!

v. 1. <Dafne>, el mito de Dafne y Apolo, nos presenta a la ninfa Dafne, hija del río Peneo, de la que se enamoró perdidamente el Dios Apolo después de recibir una flecha de oro de Cupido, (Cupido-Eros llevaba dos tipos de flechas, unas de oro que provocan amor, y otras de plomo que provocan odio o rechazo) del travieso y juguetón Cupido-Eros. La ninfa, después de recibir una flecha de plomo, lo rechaza, el dios la persigue hasta que, agotada, Dafne consigue que su padre Peneo la transforme en laurel, momento que recoge el soneto.
v. 2. «luengos», largos; «vueltos», convertidos.
v. 3. «vi», en este verbo se basan algunos comentaristas para afirmar que Garcilaso pudo contemplar algún cuadro sobre el tema.
v. 5. «de áspera corteza», en la editio princeps, «d’ áspera». Herrera comenta ampliamente esta dialefa, que Herrera marcaba con un punto sobre «de», pero no sobre la «a» de áspera porque lleva tilde. El mismo Herrera nos recuerda un caso similar en el soneto XVI, 12: «mas infición de aire en solo un día», con dialefa en «de aire».
v. 7. «blancos», en Herrera, «blandos». La «h» de hincaban es aspirada, por tanto impide la sinalefa.


Por su relación y proximidad con la Égloga III, 145-168, se cree que lo escribió en el periodo napolitano. El poeta nos presenta en los cuartetos el mito de Apolo y Dafne justo en el momento en que la ninfa se transforma en laurel; y en los tercetos se centra en la tristeza de Apolo, que, paradójicamente, hace crecer el laurel con sus lágrimas para terminar haciendo una referencia al sufrimiento amoroso del poeta. Antonio Prieto sugiere «siguiendo a María del Pilar Palomo, la posibilidad de que el poeta contemplara el cuadro de Antonio Pollaiolo (Florencia, c. 1432 -Roma, 1498), Apolo y Dafne, hoy en la Natio-nal Gallery». Lapesa afirma: «El arte de Garcilaso nunca se muestra más poderosamente plástico que en el soneto XIII», y explica cómo este tema fue tratado por Ovidio presentando los dos extremos de la transformación de la ninfa en laurel, Metamorfosis, I, 549- 551: Mollia cinguntur tenui praecordia libro, / in frondem crines, in ramos bracchia crescunt, /pes modo tam velox pigris radicibus haeret» (El delicado pecho es rodeado por una suave corteza,/los cabellos crecen convertidos en hojas, los brazos en ramas, / los pies hace poco tan veloces están fijados como perezosas raíces). Sin embargo, Garcilaso le da más sensación de vida y color.
v. 12- <mal tamaño> mal tan grande. tamaño se ha utilizado como adjetivo por Garcilaso en varias ocasiones.

POLEMAS

Poesía
golpea
muerde
lame
acaricia
como sea
el agua
esculpe
el barro
la orilla
todos tenemos la forma
de las palabras
que nos navegan
nunca nunca
voy a hablar
de la poesía


Vértigo
El fuego no pacta,
es necesario quemarse
para entibiarse las manos.

Adrede Los perros de la muerte no tienen nombre
para que no puedan obedecer a nadie.
Prolija como un ciego,
ella solo los mira.


Cuadro
de invierno
Tristeza nocturna.
Un hombre y su carro cruzando la noche,
quebrando el silencio de una calle estrecha
que conduce a puertas de vanas mansiones.
Una yegua vieja palpitando lenta
sobre sus cascos cansados.
¡Cochero!
La nieve del camino escarcha los cuerpos;
tu hijo se ha muerto y esperás paciente
que florezca junto
con la primavera.
Dos hombres se suben
y rápido avanza tu carro desnudo.
El látigo corta y repica y repica
en el suave lomo,
pero tus manos son más torpes y frágiles
que tu corazón.
La yegua lo sabe y apenas resopla.
Es suave la queja y amargo el dolor.
Tal vez, esperemos, que tu tristeza vuele
al huir el invierno.

Polemática

El rostro de la locura

El rostro de la locura
me observa desde su angustia,
indefinida.
La perra recorre la tarde
y el sinsentido gobierna su alma.
¿Qué ángel íncubo
se metió en tu mente?
¿Qué licor extraño
te quemó los sueños?
Caminas vacilante,
entre las lilas,
como un muñeco asesinado
por los besos de la prostituta muerta.
A veces las almas de tus perros
husmean el portón de la casa
y hay en tu rostro pálido
como una luz de recuerdos.

Me fui a vivir a un árbol

Me fui a vivir a un árbol
aunque mi patio no se dio cuenta.
Vi crecer las sombras del ocaso
metros tras metros
sin que nada intercediera.
Pensé en vivir debajo de un árbol
y contemplar cómo las raíces
se fortalecen sin importar
aquello que nosotros adjetivamos.
Supe vivir desorbitado
en una nave oxidada por el anhelo.
Confundí cada centímetro de ella
con un árbol frondoso
lleno de vitalidad.
Quizás no cuento con la tierra
ni con el patio
es cierto. Quizás las ramas que se entrelazan en mi mente
y nos empujan al encuentro
sean más genuinas que
los kilómetros y las rutas
que nos separan.
Hay un bosque dentro de un árbol
que mañana o pasado
nos espera.
Me dice
me cuenta
que nosotros somos la tierra
que nuestras raíces esperan.
Nacemos cada día
para encontrarnos nuevamente.
Ya sin patio
ni madera.
Sin bosques ni sombras que desvelan.
Desperté abrazando tu cuerpo
en un lugar cálido
como las siete en primavera.
Nos fuimos a vivir al Árbol sin tiempo.
Aunque algunos patios
no se dieran cuenta.

Underwood Girls, Pedro Salinas.

Quietas, dormidas están,
las treinta, redondas, blancas.
Entre todas
sostienen el mundo.
Míralas, aquí en su sueño,
como nubes,
redondas, blancas, y dentro
destinos de trueno y rayo,
destinos de lluvia lenta,
de nieve, de viento, signos.
Despiértalas,
con contactos saltarines
de dedos rápidos, leves,
como a músicas antiguas.
Ellas suenan otra música:
fantasías de metal
valses duros, al dictado.
Que se alcen desde siglos
todas iguales, distintas
como las olas del mar
y una gran alma secreta.
Que se crean que es la carta,
la fórmula, como siempre.
Tú alócate
bien los dedos, y las
raptas y las lanzas,
a las treinta, eternas ninfas
contra el gran mundo vacío,
blanco a blanco.
Por fin a la hazaña pura,
sin palabras, sin sentido,
ese, zeda, jota, i…

Un poema de Bukowski

Hay suficiente traición y odio, violencia,

necedad en el ser humano corriente

como para abastecer cualquier ejercito o cualquier

jornada.

Y los mejores asesinos son aquellos

que predican en su contra.

Y los que mejor odian son aquellos

que predican amor.

Y los que mejor luchan en la guerra

son -AL FINAL- aquellos que

predican

PAZ.

Aquellos que hablan de Dios

necesitan a Dios.

Aquellos que predican paz

no tienen paz.

Aquellos que predican amor

no tienen amor.

Cuidado con los predicadores

cuidado con los que saben.

Cuidado con aquellos que están siempre

leyendo libros.

Cuidado con aquellos que detestan

la pobreza o están orgullosos de ella.

Cuidado con aquellos de alabanza rápida

pues necesitan que se les alabe a cambio.

Cuidado con aquellos que censuran con rapidez:

tienen miedo de lo que no conocen.

Cuidado con aquellos que buscan constantes

multitudes;

no son nada solos.

Cuidado con

el hombre corriente

con la mujer corriente.

Cuidado con su amor.

Su amor es corriente, busca

lo corriente.

Pero es un genio al odiar

es lo suficientemente genial

al odiar como para matarte, como para matar

a cualquiera.

Al no querer la soledad

al no entender la soledad

intentarán destruir

cualquier cosa

que difiera

de lo suyo.

Al no ser capaces

de crear arte

no entenderán

el arte.

Considerarán su fracaso

como creadores

sólo como un fracaso

del mundo.

Al no ser capaces de amar plenamente

creerán que tu amor es

incompleto

y entonces te

odiarán.

Y su odio será perfecto

como un diamante resplandeciente

como una navaja

como una montaña

como un tigre

como cicuta

Su mejor

ARTE.

Un genio en la multitud. Charles Bukowski.